- mdfrezs
- 23 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 may 2021
Tener las cosas ordenadas siempre es un lío. “Martín, guarda ese rompecabezas”, dice Diana, harta de ver todo tirado. Martín tiene cinco. Es bueno, no hace lío. Y cree ser ordenado. Pero en la bolsa de nylon donde tiene que guardar las piezas de un mega castillo dividido en 32 piezas, no le resulta práctico.
Claudia llega todas las mañanas al hospital, cerca de las 8h. Apenas cruza la puerta gigante de vidrio, ya comienzan las consultas, la invaden los pacientes que esperan desde hace un largo rato. Marta le comenta de un problema en una de las salas que tiene que resolver con urgencia. Para colmo, en ese mismo instante, le suena el celular. Es Adriana, que le informa que Juana (3) se siente mal y está en la enfermería del colegio. Tiene que resolver todo, y ya.
Entra al consultorio, tiene que auscultar a una persona con dificultad leve. Pero millones de pensamientos la invaden en ese mismo instante. Revuelve y revuelve la cartera. No encuentra el estetoscopio ni nada de lo que necesita en ese mar de objetos desperdigados en su bolso gigante.
Ramiro está nervioso. Es su primer viaje en avión. Viaja a Chile. Se encuentra en la cola del check-in. No lleva sobre peso, ni nada está fuera de lo que llamamos “normal”. Pero como todo es nuevo para él, cada detalle es un mar de dudas. “Adelante”, le indica la recepcionista de la línea aérea. Mira para todos lados. Es a él a quien le habla. “Pasaporte por favor…, viene solo o acompañado?” Ramiro, contesta que viaja solo, que va a ver un amigo, se toca el bolsillo del pantalón, el de la chaqueta, revisa el de la mochila (tiene cuatro bolsillos con cierre, por todos los costados). Y la presión le baja hasta el piso. No encuentra el pasaporte. Piensa “dónde demonios lo puse?… Justo ahora…”
Si Ramiro tuviese un necessaire con los papeles del viaje todos juntos, o Claudia su estetoscopio en su necessaire de elementos de trabajo ó Martín uno muy simpático para guardar las piezas del rompecabezas, así como de repente, la vida sería más sencilla. O al menos estaría mejor ordenada.
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